RIESGOS EN UNA OFICINA ENFERMA
Hoy en día la mayoría de trabajos se desarrollan en interiores. Nos preocupamos frecuentemente del confort y los accidentes, pero ¿y la salud?
Más de la mitad de los trabajadores de oficina sufren problemas relacionados con su puesto de trabajo: dolores de cabeza, conjuntivitis, dificultades respiratorias, dermatitis, depresión…
Esta problemática es conocida como síndrome de la oficina enferma y se define como un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire y el polvo en espacios cerrados.
LOS CONTAMINANTES DE LA OFICINA
En la oficina pueden sumarse múltiples factores contaminantes, pero todos ellos pueden tener solución:
- Campos electromagnéticos. Procedentes de las instalaciones eléctricas y las tecnologías inalámbricas.
- Cargas electrostáticas. Generadas por tejidos sintéticos y bajas humedades.
- Compuestos orgánicos volátiles. Desprendidos por algunos muebles y las colas que contienen, productos de limpieza industriales y en menor medida por pinturas. Además de males olores algunos de ellos son cancerígenos.
- Formaldehído. Desprendido por pegamentos y barnices. Es el contaminante oloroso y cancerígeno más común en oficinas.
- Plastificantes. Procedentes de cableados y que respiramos a través del polvo.
- Biocidas. Aplicados conscientemente para eliminar cucarachas, o sin ser consciente de ellos a través de otros productos.
- Dióxido de carbono. Procedente de la respiración y acumulado por ventilación insuficiente.
- Metales pesados. Pueden estar presentes en retardantes de llama o protectores de la madera y pasan a formar parte del polvo de la oficina.
- Nanopartículas. Partículas finas procedentes de la utilización de impresoras láser y mobiliario artificial.
- Iluminación artificial fría y a veces con parpadeo o insuficiente.
- Contaminación acústica de compañeros de trabajo o del exterior.
- Temperatura y humedad relativa. Importantes para el confort y el bienestar. Humedades bajas levantan el polvo.
COMO PREVENIR ENFERMEDADES
Se listan las acciones más eficaces para sanar una oficina:
- Ventilación suave y permanente, preferentemente mecánica.
- Conexión a tierra de todas las instalaciones eléctricas y elementos metálicos.
- Conexión a internet mediante cableado ethernet.
- Limpieza fina mediante aspiradoras con filtros HEPA.
- Filtraje fino del aire que accede del exterior.
- Filtraje de las ventilaciones de las impresoras láser.
- Mejor muebles laminados que aglomerados.
- Imitación de la iluminación natural cuando esta no es posible.
- Apantallamientos acústicos entre trabajadores y entre fuentes.
- Sistemas naturales para prevenir plagas como el laurel o la lavanda.
- Productos de limpieza naturales.
- Control de la humedad y temperatura.
La legislación de riesgos laborales se centra en evitar accidentes, pero apenas contiene valores límite para la mayoría de factores de riesgo que causan enfermedades y reducen la productividad de la oficina.
Hoy en día, ya es posible realizar mediciones profesionales de la calidad del aire y el polvo mediante métodos estadísticos. Permiten complementar la limitada regulación legal e identificar si existen compuestos químicos tóxicos cuya concentración exceda los valores esperables.
Existen límites legales para las radiaciones electromagnéticas, pero estos se sitúan por debajo de los umbrales donde la ciencia encuentra efectos como fatiga, insomnio, arritmias cardíacas o sencillamente pérdida de bienestar y que merman la salud de los trabajadores. Se recomienda su medición complementando los límites legales vigentes con estándares internacionales de contaminantes en espacios interiores.