RADIACIONES EN LA OFICINA
El medioambiente de un espacio de trabajo puede aportar vitalidad o desánimo. Son muchos los factores que interfieren, y las radiaciones son quizá de los factores más olvidados. En una oficina podemos encontrar básicamente tres tipos: campos eléctricos, campos magnéticos y ondas electromagnéticas.
LOS CAMPOS ELÉCTRICOS
Los campos eléctricos alternos forman parte de la oficina. Se originan en lámparas, ordenadores o cableado eléctrico, entre otros, y se debe tratar con ellos.
El campo eléctrico tiene un funcionamiento igual de predecible que el ciclo del agua, que conduce el líquido en sentido descendente desde las nubes hasta el mar. Del mismo modo, el campo eléctrico se dirige hacia tierra y elige el camino que ofrece la menor resistencia eléctrica desde su fuente de emisión. El ser humano es mejor conductor eléctrico que el aire, y si contactamos con un campo lo atraemos en su camino hacia tierra.
El Real Decreto 299/2016: riesgos relacionados con la exposición a campos electromagnéticos, incluye unos valores límite de 10.000 a 20.000 V/m. Sin embargo, estos valores son bastante superiores a los que establecen otras organizaciones y administraciones públicas europeas e internacionales. La norma sueca TCO fija los límites para los campos alternos de baja frecuencia en 10 V/m para el rango de frecuencias de 50Hz a 30 cm del plano de la pantalla.
Muy por debajo de los límites establecidos en el Real Decreto 299/2016 la ciencia ha encontrado efectos en el sistema hormonal o incrementos en la tasa de enfermedades, incluso cáncer. Entre los estudios, se destaca el liderado por el Dr. Anthony Miller pues estudiaba los campos eléctricos alternos presentes en los puestos de trabajo de empresas de suministro eléctrico.
Una oficina sana debería ir ligada a campos eléctricos bajos y esto es relativamente fácil de conseguir. El saneamiento requiere actuar especialmente en el entorno más inmediato del trabajador y conducir todos los campos eléctricos hacia una buena toma de tierra.
Un método sencillo de testar si existen esta radiación en la oficina es acercar un “detector de voltaje sin contacto” a los trabajadores mientras están sentados en su silla. Si el “buscapolos sin contacto” no se enciende el campo eléctrico seguramente sea inapreciable, ¡felicidades!
LOS CAMPOS MAGNÉTICOS
La electrónica, los cableados eléctricos y los motores constituyen importantes fuentes de campo magnético en la cercanía de los trabajadores.
El campo magnético alterno alrededor de una fuente se asemeja a una noria. Constituye el movimiento de los electrones en forma de anillos alrededor del emisor. Estos electrones tienen la facultad de atravesar las personas y la mayoría de materiales sin dificultad alguna.
Es conocido que debajo de una línea de alta tensión se encuentran campos magnéticos. No obstante, es menos conocido que un trabajador que tenga a su lado un Sistema de Alimentación Ininterrumpida (SAI) seguramente esté sometido a mayores valores absolutos de campo magnético que situando su oficina debajo de la línea de alta tensión.
Los valores límite incluidos en el Real Decreto 299/2016 son de 1.000.000 a 6.000.000 nanoTesla. En contraposición, la OMS advierte que los campos magnéticos de magnitudes superiores a los 300 o 400nT son potencialmente cancerígenos para el ser humano. Si nos fijamos otra vez en las normas TCO suecas, estas fijan el valor de 200nT a 30cm del plano de la pantalla.
Las principales medidas de saneamiento consisten en desconectar o separarse de las principales fuentes. El apantallamiento con material conductor de campo magnético es costoso y complejo. Se recomienda mediciones de campo magnético antes de aplicar una medida de este estilo.
ONDAS ELECTROMAGNÉTICAS
Las olas son ondas que se desplazan a través de la superficie de mares u océanos. Seguramente constituyen la mejor representación visible de la transmisión de las ondas electromagnéticas de alta frecuencia a través del aire.
Las ondas son utilizadas principalmente para trasmitir información. En un despacho tenemos las procedentes del exterior (móviles, televisión digital…) y las internas (WiFi, teléfonos inalámbricos, bluetooth…).
Lamentablemente la legislación de protección laboral en España no exige valor máximo alguno para la protección de los trabajadores, de modo que se entiende que los límites vigentes son los del Real Decreto 1066 /2001: restricciones a las emisiones radioeléctricas.
Los sistemas actuales de difusión de las ondas, con multitud de emisores, previenen los efectos térmicos que se producirían en la cercanía de los emisores si éstos fueran pocos, pues tendrían que emitir a mayor potencia. No obstante, las afectaciones a la salud no han desaparecido. El Observatorio de la Contaminación Electromagnética de Estados Unidos afirma que el porcentaje de la población estadounidense que padece hipersensibilidad electromagnética es de un 10%.
El Informe Bioinitiative muestra que entre las afectaciones a las personas se encuentran dificultades de concentración, depresión, falta de energía, fatiga, problemas de sueño… afectaciones que pueden influir negativamente en el rendimiento laboral. Así pues, estamos en una disyuntiva, ya que estas ondas ayudan también a que el trabajo sea más fácil. ¿Se puede hoy trabajar sin ondas?
Las recomendaciones se dirigen a moderar las radiaciones absorbidas en la oficina, por ejemplo, evitar el uso del móvil en zonas de baja cobertura (como ascensores), en el vehículo llamar mediante manos libres y la antena del vehículo situada en el exterior, sustituir los teléfonos inalámbricos DECT por teléfonos inalámbricos ECO DECT o evitar la instalación del router WiFi justo al lado de los trabajadores.
PREVENCIÓN DE RADIACIONES
Las radiaciones electromagnéticas han contribuido al progreso social de nuestra sociedad. Por otro lado, existen también evidencias de afectaciones a la salud que pueden contrarrestar sus beneficios y afectar negativamente a la productividad de la empresa.
Como conclusión, cabe destacar que es posible aprovecharse de todas las ventajas de la tecnología y, a su vez, aplicar medidas de prevención para conseguir que los trabajadores absorban dosis de radiaciones en la oficina muy inferiores a los límites legales. Se consigue, por tanto, disminuir el riesgo que afecten a su salud y a su rendimiento laboral.