Rambla Salvador Samà, 47
Vilanova i la Geltrú – Barcelona
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Geobiólogo – Consultor en Biohabitabilidad
Estudios de geobiología y feng shui
A lo largo de la historia la mayoría de civilizaciones han observado que el lugar donde vivimos ejerce una influencia sobre la salud de las personas.
Actualmente, la geobiología combina conocimientos de nuestros antepasados con el estado del arte de las investigaciones llevadas a cabo por geólogos, ingenieros, médicos y otros investigadores. Ubica los lugares de mayor permanencia en espacios con bajos niveles de radiaciones naturales y nos ayuda a vivir en una casa sana.
La geobiología estudia la relación entre la tierra (GEA) y los seres vivos (BIOS). Se ocupa de los efectos que cada lugar de la Tierra ejerce sobre las personas.
Este estudio del entorno ha llegado a nosotros des de la antigüedad. Históricamente, las civilizaciones se basaban en la observación de la naturaleza para establecer en qué lugares se asentaban y que lugares evitar.
En nuestra cultura, estos espacios a evitar son conocidos como geopatías.
Las geopatías son lugares donde se concentran elevadas radiaciones de origen natural y que proceden del subsuelo.
La larga permanencia de las personas en espacios con exceso de radiaciones puede provocar la aparición de síntomas y enfermedades. Estos síntomas pueden ser más frecuentes en aquellos casos en que la cama o el lugar de trabajo estén ubicados justo en la vertical de una geopatía.
El agua subterránea circula por galerías subterráneas y acuíferos. El ciclo del agua en sí es beneficioso para la vida, pero produce efectos en la superficie terrestre, donde vivimos. Su fricción con el entorno atrae la radiactividad terrestre natural, disminuye el campo magnético terrestre y altera la ionización del aire en superficie.
Los efectos más comunes en las personas que duermen en la vertical del agua subterránea son trastornos de insomnio. En general el cuerpo se debilita y el proceso de recuperación de enfermedades también se resiente.
Las fallas o fisuras del terreno son discontinuidades o fracturas en las rocas. En el entorno civilizado se encuentran siempre tapadas y ocultas a la vista humana.
Esta rotura facilita la salida de radiaciones naturales hacia la superficie, especialmente en forma de rayos gamma, y del gas radioactivo radón.
Este exceso de radiación puede provocar nerviosismo, irritabilidad, hiperactividad o incluso ayudar a desarrollar un cáncer.
Una cavidad del terreno es un espacio hueco que se encuentra oculto bajo tierra.
Tienen la capacidad de alterar el campo magnético terrestre en su vertical y suelen rellenarse de gases o líquidos.
Su afectación a las personas es muy variable en función de los gases o líquidos que contenga la cavidad subterránea.
En caso de estar rellenas de agua sus efectos se asimilan a una corriente de agua subterránea.
El Doctor Alemán Ernst Hartmann descubrió a mediados del siglo XX una malla que se extiende por todo el planeta y que se relaciona con el campo magnético terrestre.
Son unas rectas paralelas que están separadas entre ellas unos 2,5m en sentido este-oeste y unos 2m en sentido norte-sur. En medio hay la zona neutral.
El Doctor Hartmann relacionó los puntos de cruce de esta malla con temblores, rampas y patologías del sueño.
Es un gas noble radiactivo que se encuentra de forma natural en el suelo, en especial los graníticos. Se filtra a través de los materiales de construcción que están en contacto con el terreno y se concentra en los recintos que estos delimitan, especialmente aquellos ubicados en las plantas más bajas y los sótanos.
Constituye la segunda causa más importante de cáncer de pulmón. También se asocia a otras enfermedades, como el cáncer de estómago y el de cerebro en mujeres.
La composición mineral del suelo bajo nuestras construcciones puede contener arcillas o minerales con elementos radioactivos como el uranio, el torio o el radio. Luego, los materiales de construcción que utilizan granito, basalto u hormigones con cenizas volantes también emiten mayor radiactividad.
Dosis bajas de radiactividad continuas con el tiempo son suficientes para aumentar riesgos a largo plazo, tales como el cáncer o daños cerebrales al feto.
Hoy en día, las radiaciones procedentes del terreno se añaden a las radiaciones artificiales causadas por el ser humano debido al desarrollo tecnológico, social y laboral. Las radiaciones que debe suportar el organismo humano nunca habían sido tan elevadas.
En estas circunstancias, la geobiología ha visto la necesidad de actualizarse e incorporar el análisis de las radiaciones electromagnéticas.
Los campos eléctricos son producidos por la diferencia de potencial. Constituyen la zona del espacio donde aparece intensidad de una fuerza eléctrica.
Actúan sobre las personas de manera que las intensidades de campos pueden redistribuir las cargas de los diferentes órganos del cuerpo, generándose corrientes corporales parasitarios que pueden perturbar los procesos biológicos fundamentales del cuerpo humano.
El campo magnético alterno aparece en el momento en que se consume electricidad. Constituye una fuerza magnética alrededor del espacio por donde se mueven los electrones.
Actúan sobre el cuerpo humano mediante el efecto de inducción. Son más penetrantes que los campos eléctricos y su capacidad potencial de afectar procesos biológicos fundamentales es mayor.
Son radiaciones que se transmiten inalámbricamente a través del aire transportando energía de un lugar a otro. Se utilizan principalmente para transmitir información.
La Academia Europea de Medicina Ambiental identifica la exposición a largo plazo con síntomas comunes como dificultades de concentración, depresión, fatiga, problemas de sueño y enfermedades más graves.
Un hogar con bajos niveles de radiaciones perjudiciales previene de los síntomas: insomnio, depresión, fatiga, dolor de cabeza, infertilidad y, en general, pérdida de bienestar.
El Estudio Geobiológico de una vivienda identifica y evalúa las radiaciones naturales y las radiaciones electromagnéticas en los espacios de mayor permanencia, como los dormitorios y lugares de estudio o trabajo, y propone acciones para crear un espacio de bajas radiaciones que aporta bienestar y vitalidad.
Rambla Salvador Samà, 47
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