Rambla Salvador Samà, 47
Vilanova i la Geltrú – Barcelona
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Geobiólogo – Consultor en Biohabitabilidad
Estudios de geobiología y feng shui
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un gas inorgánico que está formado por dos átomos de oxígeno y un átomo de nitrógeno.
Es más más denso que el aire y de olor acre desagradable. No es inflamable y es incoloro a temperatura ambiente, pero adquiere un color marrón rojizo a temperaturas mayores de 21ºC.
En las áreas urbanas el dióxido de nitrógeno es un contaminante del aire muy común. Los procesos de combustión, principalmente en el transporte terrestre, marítimo y aéreo, y algunos tratamientos industriales emiten monóxido de nitrógeno (NO).
El NO una vez en la atmósfera, se oxida (reacciona con el oxígeno y el ozono del aire) y se convierte en dióxido de nitrógeno NO2.
En las viviendas, proviene del humo del cigarrillo, también de cocinas a gas, calentadores y estufas cuyos sistemas de combustión no estén correctamente aislados.
En la naturaleza, sólo pueden encontrarse trazas procedentes de la respiración bacteriana, los incendios forestales o las erupciones volcánicas.
La exposición a NO2 de forma continuada puede disminuir la resistencia a enfermedades infecciosas, inflamar las vías respiratorias en personas sanas y aumentar los síntomas respiratorios en personas que sufren asma y bronquitis, especialmente en los niños.
Otros efectos conocidos son el agravamiento de enfermedades cardiovasculares, causa de tos e irritación de los ojos, la garganta, la nariz y los pulmones.
Estudios más recientes también relacionan este contaminante gaseoso con una disminución de la capacidad de atención de los niños en el corto plazo, pesos bajos al nacer y mayores probabilidades de partos prematuros.
En las ciudades, es precursor de ozono troposférico, que forma parte del material particulado más fino PM25. Exposiciones altas y prolongadas a las partículas finas producen también dolencias cardiovasculares e incrementan la mortalidad de la población a largo plazo.
Es posible tomar algunas medidas para reducir la exposición individual a NO2.
Como comunidad, podemos reducir nuestras emisiones de dióxido de nitrógeno priorizando los desplazamientos en transporte público.
Finalmente, las administraciones están imponiendo reducciones de emisiones a los vehículos nuevos y centrales térmicas (ver síntesis de regulación europea). También se están implantando zonas de bajas emisiones en las principales áreas metropolitanas del mundo.
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